viernes, 30 de septiembre de 2011

Llegada al Serengeti

Hablar de Tanzania sin hablar del Serengeti es practicamente impensable, por ello las expectativas en este Parque Nacional siempre son grandes, esperando encontrar algo digno de un documental de la tele o que realmente te marque el viaje. Tras el recibimiento del pueblo Masai nos adentramos en la gran llanura del Serengeti, donde no habitan ya los Masai al ser expulsados por el gobierno tanzano años atrás para convertirse en Parque Naciona. Ante las puertas se sientan unos cuantos Masai esperando no hacer nada durante un largo rato. La carretera sigue con los mismos baches y el mismo polvo, al que ya nos acostumbramos.

Al más puro estilo rockabilly con el tupé acartonado llegamos al punto de picnic, donde pagamos las tasas y comemos algo de la caja sorpresa de siempre. El calor aquí es el más agobiante que hemos tenido desde nuestra llegada a África pero todavía soportable a la sombra, donde se nota un gran cambio respecto a la zona con sol. No sopla el viento, solo calor, sol y polvo, sequedad, mucha sequedad. Antes de sentarnos a comer subimos una pequeña colina desde donde podemos ver toda la llanura que hemos recorrido y hacemos unas fotos desde lo alto. Tras ésto bajamos a comer entre una gran cantidad de pájaros que nos acechan para recoger unas jugosas migas que siempre llegan.



 La caja del picnic siempre es una sorpresa, nunca se sabe lo que contiene aunque el menú se suele parecer todos los dias. Fredy, el guía, se enfada si no hay pollo, es un fanático de esta comida, todo lo contrario que Miriam que se lo regala en cuanto tiene oportunidad para deshacerse de su pieza de ave. Por supuesto que la cerveza Kilimanjaro no entraba en la cesta, es cosecha propia, calentorra....pero es cerveza!!!Lo de la cerveza fría aquí es una utopía, hay bares en los que un cartel anuncia el estado de la cerveza ese día, así que podemos encontrar fácilmente un cartel que diga "hoy cerveza muy caliente".....el que avisa no es traidor, no?
Nada más adentrarnos en la bacheada carretera del Serengeti nos encontramos a unas leonas descansando a la somra junto a los correspondientes coches que la observan. Se muestran impasibles a las cámaras y cuchicheos de la gente, con la supremacía propia de una leona, sabiendo que de un sólo zarpazo podría acabar con las risas de más de uno.



Entre tanta llanura de sabana podemos encontrar montículos de piedras, consecuencia de la erosión a lo largo de los años. Pero no tardamos en encontrar una zona arbolada en la que posiblemente veamos un leopardo subido a un árbol, y así fué.
Como si de una gatito se tratase, el leopardo descansaba a la sombra sin apenas inmutarse. Estos esquivos felinos se camuflan muy bien entre las ramas y no es fácil verlos si  no están cerca del camino.
Tras el avistamiento empieza a acer la tarde a la vez que nuestro safari llega a su fin por hoy. De camino al campamento vemos gran cantidad de animales que nos entretienen en el camino cuando no tenemos moscas tse-tse que cazar dentro del coche. Por cierto, estas moscas son dificilísimas de matar. Es más fácil cogerlas que aplastarlas, parece que lleven armadura, algo increibe!!!



Al ocaso, el 4x4 frena y se mete en un camino muy poco definido por el que se supone que está el campamento en el centro del Serengeti, sin nada parecido a una vaya, las tiendas se disponen en fila entre acacias y animales de todo tipo. Tras darnos la bienvenida vamos a la tienda, que por cierto es la última de la fila, donde dejamos las mochilas y nos preparan una ducha. Esperando a las 8 para cenar vemos como cae la noche y los animales se activan. Ruidos extraños se oyen por todos lados, sin apenas tener consciencia de estar entre leones, búfalos, leopardos, elefantes y todo tipo de animales.



jueves, 22 de septiembre de 2011

Visita al poblado Masai

 De nuevo emprendíamos un nuevo destino, esta vez dirección al Serengeti, al cual accedemos de otra vez por las puertas del Ngorongoro, las cuales conocemos al dedillo porque este dia rompimos de nuevo el coche nada más empezar el viaje. Esta vez le tocaba al turbo. Se rompió el manguito de goma y se escapaba el aire, haciendo quedar al Land Rover en unos pocos caballos de potencia, que no servirian para subir las empinadas cuestas del volcán, así que nos esperamos un rato hasta que Jovin, el conductor, arreglaba el coche en apenas una hora escasa, para nuestra sorpresa.

 De nuevo toca subir la carretera de tierra llena de baches y rodear al volcán dirección a Serengeti, que significa llanura sin fin, como más tarde verificaríamos. El P.N. de Ngorongoro es el único habitado por Masai dentro de los límites del parque, por lo que se pueden ver de vez en cuando pastando sus ganados, por ello no es raro encontrarse con muchos a lo largo del camino, así como poblados o cabañas aisladas en las extensas tierras que atravesamos.



 La carretera se hace dura, sobretodo porque los coches deben ir bastante rápido para poder disimular los baches con la velocidad. Esto al principio incomoda un poco porque los coches van derrapando de atrás demasiado para el gusto del coche que llega de frente, teniendo la sensación siempre de chocar en cualquier momento y tener un disgusto, que los hay y tuvimos oportunidad de ver. La carretera es laaarrrrga y tardamos un rato en llegar a la llanura que da lugar al serengeti. Los masai van apareciendo de cualquier lado y viendo las distancias que hay parece mentira que anden tanto para llegar hasta un destino concreto allá donde haya humanidad.
 Por fin llegamos a un poblado Masai donde nos detenemos y bajamos rápidamente para aliviar nuestras posaderas un rato. En seguida vienen a vernos unos Masai hablando un inglés bastante aceptable. De repente sale toda la tribu y se disponen a hecernos una danza de bienvenida en la que, como vereis, no tardo en verme envuelto para saltar con ellos.




 Sus gritos son muy básicos, no cantan letra alguna, simplemente un grito muy grave y unos saltitos hacia delante mientras caminan en fila dando vueltas. He de reconocer que tampoco se me daba muy mal dar saltos, así que tuve la sensación de ser retado por más de uno...por supuesto paré al rato de estar saltando como una sepia en una sartén y fuimos a ver a las chicas que tampoco se salvan.


 Allá iba Miriam a dar saltitos. Mucho más pequeños esta vez y a juzgar por estas caras no debía dársele muy bien, jejejeje!! Bromas aparte, pasamos un buen rato riéndonos unos de otros por vernos en la situación.

 Tras los bailes pasamos dentro del poblado, acotado por ramas apiladas que albergaban en su interior las famosas cabañas de paja y barro donde viven. Entramos en una y pudimos comprobar la estrechez que tenian. Allí había una mujer durmiendo con su hija pero aún así hicimos fotos empujados por nuestro guía Masai, que estaba allí dirigiendo el cotarro. La gente se reunía junto a las cabañas para elaborar los miles de collares y tallas que tenian para vender en el interior del poblado, colgados en una cañas en el mismo centro de todo.








 Tras una larga charla con el Masai y sus hábiles métodos para vendernos collares y negociar sus precios, visitamos la escuala del poblado donde hay unos 25 niños sentados en maderos, que hacen las veces de mesa y que cantan una canción de bienvenida al unísono.

Esta era la primera visita a un poblado tribal y salíamos encantados dirección al Serengeti donde nos esperaban dos dias de intenso safari y noches en la sabana con una tienda de campaña.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Hasta el Nogorongorro!!

Siguiendo con nuestro safari en el Nogorongoro empezamos a sentirnos como en casa rodeados de tanto animaluco, asomados al techo panorámico de nuestro tambaleante 4x4. El sol cae haciendo justicia a lo que esperábamos pero aún así vamos de manga larga porque el clima es tan seco que no sudamos apenas. No decimos lo mismo de la mucosidad, que se seca hasta límites insospechados sacando sangre de vez en cuando. Hay que reconocer que es inevitable urgarse en las fosas nasales hasta perder todo pudor.
 Una vez sumergidos en pleno corazón del cráter las fieras empiezan a emerger de todos lados dejándose ver entre las enormes polvoredas de los coches. De vez en cuando encontramos aglomeraciones de gente delante de algún elefante o algún esquivo animal que se encuentra cerca de la carretera a lo que vamos rápidamente al encuentro.



Ente tanto animal grande hay hueco para los menos vistosos. Es cierto que los "cinco grandes" acaparan toda la atención pero las pequeñas fieras son más difícilies de ver y a veces es más agradable encontrarse con una de estas que no con una más de las miles de cebras o ñus que hay y que al final uno ni se levanta del asiento para mirar porque no ofrecen nada nuevo.
Para rematar la mañana nos topamos con un león acompañado de una leona, lo que quiere decir que se están apareando. Nuestro guia nos advierte que esperemos porque no tardaremos en ver al león montando a la hembra, y así fué, de repente el macho se incorporó, buscó a la leona y con una facilidad que ya la quisiera alguno se la zumbó en un plis plas, como el que no quiere la cosa. Sin preliminares ni más historias ésta es la vida del león durante varios dias en los que pierde mucho peso y sólo se dedica a esto, vida felina, vamos!!miauuuu!!!
Para mi desgracia los leones estaban  muy lejos pero lo justo para ver las siluetas perfectamente. Con mi humilde zoom hago lo que puedo, quién pillara un 2000 mm de esos que había por ahí, mmmm!!!
Tras la sesión de african sex vamos dirección a la zona de pic-nic para comernos el misterioso menú de la caja de cartón que preparan en el hotel. Por el camino vemos a una hiena solitaria tan desaliñada como siempre que nos deleita con su paseo tranquilo y gracioso antes de llegar a la masificada zona de pic-nic donde abundan los pájaros que roban comida y las rapaces asalta bolsas.

Comemos dentro del coche porque los pájaros no paraban de acosarnos y podemos ver como algún insensato es atacado  por algún pajarruco al lanzarles comida al resto. Pero entre tanto pájaro están los hipopótamos de la charca que descansan dentro del agua impasibles. Con lo grandes que són, casi es imposible ver a alguno fuera del agua.



Al terminar de comer seguimos con nuestro safari con la intención de ver al gran rinoceronte negro que habita el Ngorongoro. No parece que aparezca por ningún lado a pesar de dar varias vueltas. Entre tanto vamos viendo otras cosas; más hienas, un martin pescador, jirafas, elefantes, etc...al final apareció el rino pero tan lejos que ni siquiera tengo fotos, pero no podemos decir que no lo vimos.





Para rematar el día tenía que pasarnos algo. Saliendo ya del cráter para irnos a casa había una cuesta muy empinada en la que el guía puso la reductora porque el Land Rover no daba más de si. Casi arriba decidimos parar para hacer alguna foto y ésa fué la última vez que arrancó. Bajarse a empujar es de lo último que se te pasa por la cabeza en ese sitio. Los coches  pasaban, paraban y preguntaban pero el problema no se soluciona sólo hablando. Al final llegó un compañero de la agencia y nos bajamos con unos alemanes en otro coche en el que todavía se notaban más los baches que en el nuestro.

Al final del día conseguimos ver la panorámica del cráter, aunque no desde nuestro coche.
Estos monos a la salida del parque representan muy bien el desparasitamiento que nos tocaba hacer al llegar al hotel. Un día para contar y cantidad de polvo para quitarnos!!!!