miércoles, 21 de marzo de 2012

Prison Island y Stone Town

Nuestros dias en la paradisíaca isla de Zanzíbar llegaban a su fin, pero no podíamos irnos de allí sin recorrer las calles de Stone Town, con sus emblemáticas puertas talladas y sus bulliciosas calles. Alquilamos los servicios de un taxista que nos recogió en el hotel y pusimos rumbo hacia la ciudad. El taxista vestía con la túnica blanca característica de los musulmanes, religión mayoritaria de los isleños, para los cuales era el último día de Ramadan y por lo tanto era festivo al caer el sol. El trayecto es largo, lo suficiente como para acostumbrarse al edor del taxista y a las negociaciones para contratar una barca que nos llevase a Prison Island, una pequeña isla cercana a Stone Town, antigua prisión y también sanatorio.
Tras atravesar la multitud del mercado llegamos al puerto donde zarparemos hacia la isla y onde nos espera el barquero que nos llevará. El trayecto son unos diez minutos y nos da tiempo de ver la ciudad desde el mar, con sus edificios coloniales envejecidos y su embarcadero de madera. Entre barcos de turistas que van y vienen avanzamos hasta llegar a la isla donde en plena orilla y con un cuidado extremo del barquero atracamos sin percances, a pesar de hacer peligrar la integridad de las hélices en todo momento, debido a la poca profundidad.



 Una gran cantidad de estrellas de mar se despliega por toda la playa, como esperando de nuevo la subida de la marea. A traves de la gran pasarela de madera que recorre la playa, subimos hacia la parte construida, donde hay un hotel y un centro de reproducción de tortugas, en el que gran parte de elas supera los 100 años de edad.

 
El guia de las instalaciones nos recibe con un manojo de hierba entre las manos para que les podamos ofrecer comida a las tortugas, las cuales se pierden por darle un bocado, con cuidado de no ser mordido, ya que estas tortugas superan con creces el tamaño de una persona.




El resto de visita a la isla es simplemente para ver la antigua prisión y poca cosa más, digamos que se trata más del atractivo turístico de las tortugas que de la propia isla, aunque todo sea dicho, si se busca el aislamiento esa sea tal vez el lugar apropiado para ello, ya que las habitaciones del hotel frente al mar invitan al descanso más absoluto. 
De regreso a Stone Town, pagamos al barquero y decidimos callejear sin rumbo para perdernos por las calles estrechas de la ciudad. La torre del edificio del museo nacional nos da la bienvenida recordándonos su anterior época de esplendor. Tenemos que reconocer que antes de nada nos acercamos a ver el bar de Freddie Mercury, para simplemente hacernos una foto y poco más...show must go on!! Y con esa premisa continuamos andando por las calles donde nos paran centenares de comerciantes que te acosan para que les compres hasta el punto de desesperarte.








viernes, 9 de marzo de 2012

Open MTB en Benidorm

El pasado Sábado en compañía de unos buenos amigos acudimos a ver la segunda prueba del Open de MTB de la Comunidad Valenciana, que se celebraba en  Benidorm. Nada más acercarnos con el coche ya podíamos respirar el ambiente de las carreras, que rápidamente se contagia, pues las aficiones afines tienen eso de mágico. Entre los coches se veian los bikers haciendo rodillo, haciendo pequeños ajustes en sus bicis, descansando o esperando a salir de la linea de meta.
Nosotros llegamos justo para la salida de la segunda tanda de corredores, donde participaban algunos amigos. Un fuerte rugido, provocado por las cubiertas, nos anuncia que llegan los corredores por la primera recta que se adentra en el circuito, junto con la polvoreda que eso conlleva. Tras esto nos colocamos entre los senderos para animar ferbientemente a los participantes, a pesar de saber que ellos están a la suya.


















Al final, un buen resultado en general para nuestros corredores favoritos a los que se desea suerte para la próxima carrera en Banyeres de Mariola.

lunes, 5 de marzo de 2012

Recolectoras de algas de Zanzíbar.

Cuando llegamos por primera vez a la playa pudimos observar como unas estacas de madera asomaban entre las olas, los cayucos y los surfistas, que trataban de evitarlas con sus tablas. Nos preguntábamos qué sería y no tardamos en saber de qué se trataba. Las estacas eran para atar los hilos donde las mujeres plantaban las algas que luego recolectaban. 


 Cuando bajaba la marea las mujeres se adentraban en la playa, hasta una distancia tal como para cubrir hasta las rodillas, empezaba las terea de recoger algas. Decenas de mujeres trabajaban a lo largo de toda la costa sacando las algas que a su criterio seleccionaban cuidadosamente. Para llegar hasta ellas había una caminata considerable por el agua, pues la marea retrasa bastante el agua.