La primera noche en la tienda del Serengeti fue especial. Tener los lujos de los que disponíamos allí en mitad de la nada era extraño para nuestra opinión de lo que era hacer camping. Una tienda, la primera, que era el comedor reunía a todos los campistas para cenar y desayunar entre risas y conversaciones de viajes y aventuras varias. Entre los compañeros encontramos una buena compañía con los que compartir nuestra estancia y coincideremos más tarde con Susana y Ruben en Zanzíbar.
Secretaria
Tras una ducha reparadora en la tienda con el sistema que veis en la foto, en la que se llena el cubo de agua con una ezcla de agua fría y caliente hasta encontrar el punto de temperatura adecuado, empezamos el safari de hoy. El día amanece con una temperatura agradable pero que obliga a ponerse algo largo. Tras el desayuno cogemos el land rover y no tardamos en encontrarnos con el primer león que descansa tras una noche de caza seguramente movida.
Por tratarse de la parte más al Norte del Serengeti podemos ver mayor cantidad de ñus que en cualquier parte del parque, ya que éstos se desplazan hacia el Masai mara que está en Kenia. Estos animales tienen un don único para detectar las lluvias ya que las migraciones se producen en busca del agua. Tal es así que son capaces de retrasar los partos durante el tiempo necesario para que entren las lluvias y así poder alimentar a las crias con total garantia. Nosotros nos hartamos de ver tanto ñu hasta el punto de ni siquiera hacerles caso cuando alguno se cruzaba al lado del coche.
dama de roca
El resto de la mañana discurre de manera más bien monótona ya que descubrir algo que todavía no hayamos visto es muy complicado pero por la tarde nos topamos con un gran macho de león que descansa bajo unos arbustos. Paramos el coche pero parece no hacernos ni caso mientras nosotros hacemos apuestas para ver quien es el afortunado que se baja del coche para despertarlo entre bromas. Al final una piedra es la responsable de hacer levantar a león de manera muy rápida y de esta manera lo vemos correr tan rápido como puede, con lo que quedamos sorprendidos y sintiéndonos afortunados de estar dentro del coche a salvo de sus garras.
Ya en el ocaso detenemos el coche a la espera de ver caer el sol en el horizonte esperando encontrar los famosos tonos anaranjados que produce la puesta de sol en estas tierras. La verdad es que no vemos los tonos que esperábamos porque hay algunas nubes que frustran nuestras expectativas pero aún así disfrutamos el momento entre tanta calma, a solas en lo alto de una loma, asomados al techo del coche.
Ya en el campamento se hace de noche y hacemos alguna foto nocturna esperando la cena que no tarda en llegar tras la ducha calentita, que se agradece como nunca para quitar el acartonamiento del pelo y el cansancio del día. El cielo en el serengeti esa noche se presentaba tan despejada que se podía apreciar tantas estrellas como en lo alto de una montaña en los Pirineos, con la vía láctea tan definida como pocas veces la hemos visto. Todo esto mezclado junto con el sonido de los animales que por allí pululan convierten la noche e una situación magica. Esa noche en la tienda somos menos personas pero lo pasamos genial entre risas y cervezas, aprovechando la mayor confianza entre los compañeros. Contamos nuestras historias y nos aventuramos a salir a echar una meadita a la tienda. Esto parece una tontería pero ir 200 metros en oscuridad con una linterna de poco alcance hasta entrar en la tienda produce una sensación de miedo extraña, sabiendo que estamos rodeados de animales dispuestos a echarse algo a la boca.
Al día siguiente toca abandonar el campamento para ir a otro sitio, pero antes seguiremos de safari todo el día por el Serengeti. De buena mañana encontramos los restos de los animales que no han podido escapar a las garras de los depredadores y estan siendo presa de los carroñeros. Los buitres y la yenas se encargan de terminar con lo que los grandes felinos no han podido o querido comer.
A media mañana vamos a una gran charca donde hay gran cantidad de hipopótamos tomando su particular baño, entre sus excrementos y aguas fétidas. Es muy gracioso ver como asoman los ojos por encima del agua ignorando la gran mole que se esconde sumergida. Entre tantos machos podemos observar ciertas peleas con grandes colmillos de por medio en una boca tan grande que podría alberga dentro un animal mediano entero.
Ya terminando el día en el Serengeti nos encontramos a una manada de elefantes que se desplazan a beber al río en fila india. Al encontrarnos con ellos podemos ver como los ruidos que emiten son propios de una gran camión y también podemos ver como los grandes protege a los pequeños interponiéndose entre los coches y las crias con postura amenazante.
Para despedirnos del Serengeti tenemos el premio deseado, una leona posada en una roca cerca de la pista. Detenemos el coche tan cerca como podemos y le sacamos muchas fotos ante la impasibilidad del animal que nos mira de vez en cuando con una mirada que asusta.
El Serengeti acaba para nosotros pero vamos de camino a otra aventura. Nos esperan las tribus con las que iremos a cazar y estamos impacientes, de momento nos queda medio día de camino por la carretera bacheada de siempre.