El año pasado tuvimos la oportunidad de ir a Montanejos a pasar unos dias y disfrutamos de sus paisajes y aguas termales. No dudé en tirarme al río, que estaba pidiendo a gritos un bañito por su temperatura constante, y me venian recuerdos de cuando vinimos a escalar en el estrecho del Mijares. Tras unos baños, caminatas y una cena en el refugio de escaladores, pasamos una mañana en el balneario pringados con chocolate para relajar las piernas y la mente.
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